El indianismo: un instrumento ideológico del indigenismo

por Fernando Untoja

Introducción

Para hacer un comentario al pensamiento de Reinaga, debemos situar el punto de partida de la construcción del discurso indianista. Éste se encuentra en el campo del imaginario colonial. Este proceso colonial es intrusión, pues una serie de factores se interiorizan en las relaciones y en la estructura mental de las sociedades que han sufrido colonización.

Por eso cuando se produce discurso, se lo hace generalmente a partir de un imaginario colonial, con los mismos términos y hasta con el mismo lenguaje. Lo que está en juego en los textos de Reinaga es la relación entre el “nosotros” y los “otros”. Es, aquí, que la noción de indio expresa la reacción, el resentimiento y el círculo vicioso en la búsqueda de alejamiento; entre un nosotros indio que sólo es definido por su negatividad y un otro que se le carga de valores positivos, llegando incluso a ser el indio ideal.

Reinaga parte desde la negación del sí mismo, –ésta lleva una carga prejuiciosa y colonial– para convertir esta noción en un imaginario ideal y una “nueva” filosofía a seguir. Reinaga, además, recorre en ese espacio colonial desde las posiciones ideologías importadas como: marxistas, nacionalistas, hasta fundar el indianismo radical y termina en el pensamiento amáutico, donde ser indio es la humanidad no asesina.

Leer a Fausto Reinaga es seguir la ruta del resentimiento y la lucha por el reconocimiento por Occidente. El Indianismo como ideología se forma en un escenario social e histórico donde existe yuxtaposición de estructuras sociales e imaginarios.

Primero, existe una relación permanente que podemos llamar la articulación o yuxtaposición entre el “nosotros” y los “otros”. El indio es el otro de Occidente, es su otro. Segundo, el hombre de Reinaga, en este contexto histórico, quiere ser un Yo frente a Occidente. Su identidad sigue siendo el otro de Occidente, es decir: sin identidad, reducido a ser indio.

Reinaga construye el indianismo no desde el Ayllu sino desde la hacienda y contra la hacienda y también contra la identidad Aymara-Quechua

Segundo, el problema no está en saber si esta ideología es justa, si es de derecha o de izquierda. Es preferible una idea justa de derecha y no una idea falsa de izquierda. ¿Existe Indios en Bolivia? ¿Hay indígenas? ¿Quiénes se comportan como indios? ¿Y quiénes como indígenas?

I.- Lo indio en la yuxtaposición de estructuras

Pienso que con la participación de los expositores que me han antecedido, tengo ya todo el bagaje de información. Lo que voy a hacer es resumir y representar a Reinaga bajo mi mirada. ¿Dónde empieza? ¿Cómo recorre, dónde y en qué termina?

Para ubicar al autor y su pensamiento, es necesario preguntar desde que posición nos habla. La respuesta es clara: es desde el campo del imaginario colonial. Y lo que está en juego en ese imaginario colonial es justamente la reacción, el resentimiento y el círculo vicioso en que se encuentra Reinaga. Una pregunta que nos golpea rápidamente es: ¿sí existen realmente o no indios en Bolivia? –Díganme ustedes– ¿Existen? ¿Y existen también indígenas? Para don Roberto Choque, por ejemplo, existen “indios”.

Justamente, para Reinaga es la existencia del “indio” el gran problema, es este “sujeto” que le permite pensar su posición frente a la sociedad criolla boliviana y es con y sobre este “sujeto” que Reinaga establece su relación con Occidente.

En la relación entre Occidente y los países colonizados, para Occidente la población de Los Andes es “su otro”. Este “otro” una vez bautizado de “indio” debe comportarse y “pensar” de acuerdo a la imagen construida por el colonizador. Y es con este “sujeto indio” que Reinaga busca cuestionar a Occidente y sus seguidores continúan haciéndolo en estos tiempos. Todos los que quieren pensar y cuestionar a Occidente se apoyan sobre ese “sujeto” construido por Occidente, y el que mejor lo hace es Reinaga.

A partir de ahí la mirada de Reinaga apunta a la imagen colonial, ignora el mundo Aymara-Quechua y la realidad del mundo andino es encapsulado en el término “indio”. El autor de La Revolución India construye su edificio sobre el mundo imaginario “indio”, entonces deja de leer la realidad del mundo andino; y, si lo hace, lo hace con ojos del colonizador occidental. Por eso en sus textos no existe una representación de la estructura del Ayllu, ni el imaginario de los Aymara-Quechua.

Idealiza el Incario, seguramente después de haber leído el libro del francés Louis Baudin, quien habla del Imperio socialista de los Incas. El mismo Reinaga dice que los incas eran socialistas y que no había hambre, ni maldad. Solo con Occidente, el “indio” se ha convertido en una especie de sumiso y hambriento. Por eso en muchos pasajes señala que el indio no tiene aspiraciones, ni ambiciones. Toda esta imagen del “indio” de Reinaga va en contra de lo que es la realidad de los Aymara-Quechua; los Aymara son ambiciosos y por eso hacen comercio, acumulan, ocupan espacios, se apropian de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y hasta del norte de Chile.

Esto muestra que Reinaga parte sobre una pista falsa. Su campo de definición es el mundo “indio” y su actor es el “indio”. Antes bueno, luego sufrido y sumiso, para terminar como un actor que vive en el equilibrio cósmico. Un término, un mundo y un sujeto forjado y construido por Occidente para quitar toda forma de identidad a los colonizados. Y cuando Reinaga parte sobre esta pista equipado, con el término “indio” la ruta se convierte en un recorrido curioso; primero como marxista y comunista piensa la sociedad Boliviana en términos de clase, y para cuestionar o subvertir idealiza el mundo incaico con su libro Mitayos y Yanaconas.

En la etapa siguiente de su pensamiento asume la posición nacionalista (MNR) y rápidamente se decepciona y reacciona con el texto de La Revolución India, y, es aquí, donde radicaliza su indianismo convirtiéndola en una ideología del resentimiento y pintando al mundo indio como el mundo del dolor y al “indio” como el condenado al mundo del sufrimiento.

El “indio” de Reinaga, es aquel que sufre el pongueaje, racismo, condenado a trabajar, no reconocido como ser humano, sin derechos, etc. Esta descripción cruel y de desesperación, le permite iniciar la ofensiva contra Occidente y cuando dispara encuentra en Occidente el mundo de todos los males y el indio es víctima del pensamiento occidental, de la política, de la economía. Es el mal que habita en el “indio” de Reinaga. En momentos no sólo se rebela contra Occidente, sino contra su propio “indio”.

Existe una estructura colonial versus otra estructura Aymara-Quechua; también un imaginario colonial versus un imaginario Aymara-Quechua. En esta yuxtaposición de estructuras “lo indio” es el mismo para los oligarcas y para Reinaga. Lo “indígena” es igual para Diez de Medina y García Linera.

Es esta lectura, que marca la diferencia entre el Katarismo y los pretextos coloniales de “indígena” e “indio”. El Katarismo es una de las concepciones políticas que trata de leer de la manera más aproximada la yuxtaposición, la articulación y la colisión de estructuras de las que está formada nuestra sociedad. La sociedad boliviana está marcada en su reproducción como estructura social, económica e imaginario mental, por tres estructuras que funcionan con sentidos opuestos: está la capitalista – difícil de negar–, está la estructura feudal heredada de la colonia que se práctica todos los días y, la tercera, la estructura del Ayllu.

El capitalismo funciona en base a la lógica de la competencia, hay que competir en todos los campos. Es el principio que mantiene la reproducción y la expansión del capitalismo como un conjunto de relaciones.

La estructura feudal marca y funciona en las instituciones y por todo lado; las prácticas feudales son el nepotismo, favoritismo, corrupción; el principio que rige es la pertenencia. La estructura del Ayllu hace parte de la totalidad social boliviana, está en nosotros, difícil de borrar, es la chispa que permite a los Aymara-Quechua tejer relaciones y avanzar.

La lógica del Ayllu, no es como pregonan los indigenistas de armonía, sino es de rivalidad y es ésta la que estimula la reproducción de las relaciones entre individuos q’amiri y el Ayllu. La rivalidad es la base de la organización de la sociedad y de la expansión económica.

Entonces la sociedad boliviana es la yuxtaposición, colisión y articulación de esas tres estructuras. Ahora, ¿en esa encrucijada de estructuras dónde está el indio de Reinaga?

Nadie puede negar el desarrollo del comercio y el papel que juega el mercader Aymara-Quechua. Un simple ejemplo basta para ilustrar está fuerza del Ayllu. Todos habrán visto en El Alto, la rivalidad entre aymaras: un señor construye su casa de nueve pisos, el otro ve que su vecino avanza, entonces decide construir un edificio de diez pisos; un señor trae desde México un grupo musical de prestigio para pasar “preste”, el otro va a Argentina e impone dos conjuntos de prestigio. Esa es la rivalidad. La rivalidad no es aniquilación, la rivalidad es estimular para que el otro avance. ¿Dónde está el “indio” de Reinaga sin ambiciones?

En Bolivia, lo que ocurre es un fenómeno no explicado por los sociólogos y los economistas. Es la articulación de la lógica de la competencia del capitalismo y la rivalidad del Ayllu, la articulación se expresa en la expansión del comercio a escala nacional y más allá. Esta combinación es fundamental para comprender, la reproducción de la identidad Aymara-Quechua, y negar la existencia del “indio” de Reinaga. Al mismo tiempo, nos permite descubrir las relaciones de la metamorfosis del Ayllu y del Capitalismo.

Solo se dice que el 80% del país es “economía informal”, pero no sabemos del porqué de “informalidad”. Muchos indigenistas condenan a la gente por ocultar su dinero y no pagar impuestos: a otros porque acumulan mucho y no pagan impuestos.

Lo cierto es que los Aymara-Quechua se levantan a las cinco de la mañana y acumulan evidentemente. Mientras que la mentalidad de los asistidos, que sólo se ocupan de acusar y condenar la acumulación, duermen hasta las nueve, hasta las diez de la mañana. ¿Dónde está el “indio” de Reinaga en ese juego de estructuras?

II.- Indianismo como discurso anti-Occidental

La sociedad boliviana es una encrucijada de estructuras y es en una de ellas que se construye el indianismo, el espacio social es la superposición de dos realidades y dos imaginarios. Una realidad Aymara-Quechua con una visión propia del mundo y otra la colonial que busca indiferenciar y negar con la producción de discursos integradores o de reconocimiento (ser reconocido como “indio”, “indígena”). Lo que significa ser reconocido como descerebrado, como alienado e indiferenciado.

La reproducción colonial es un mundo doble: real e imaginario. En el mundo imaginario colonial está el indio; mientras que los Aymara-Quechua, desde su estructura, siguen avanzando u ocupando el país –atención– no como “indios” sinos como Kolla-Aymara-Quechua. En ese sentido, el “indio” y el “indígena” no aparecen por ningún lado, más que en debates en los que se discute la naturaleza del “indio” e “indígena”, y, a veces, bajo la figura del “indígena-originario-campesino”.

El indianismo se construye como discurso, sobre un imaginario impuesto por el colonizador, y es sobre el término “indio” que se acumula un meta-discurso. Reinaga para llegar al indianismo hace un recorrido y opera por analogías entre: Indio-Judío-negro; perseguido, explotado y sufrido.

Para comprender la construcción del “sujeto indio” lo que nos interesa es el campo en el que se mueve este discurso, y para ubicar tenemos que referirnos a la yuxtaposición, colisión y articulación de estructuras. Sólo así podremos mostrar que el término es un meta-discurso que oculta la reproducción de la colonialidad. Al mismo tiempo, el término “indio” presenta una dicotomía entre “indio y “no-indio” en la sociedad boliviana.

En la yuxtaposición de estructuras, es la sociedad Aymara-Quechua que se enfrenta a las estructuras coloniales. Pero, al mismo tiempo, adopta ciertos elementos para defenderse. Sin embargo, Reinaga ignora la estructura y el imaginario de los Aymara-Quechuas. Y por eso “lo indio” le sirve como imaginario para escamotear la realidad y negar la identidad nacional.

Es en ese mundo imaginado que Reinaga explota el término “indio” y lo infla. Asimismo, adquiere fuerza (no en Bolivia) para algunos etnólogos y antropólogos de Occidente.

Para pensar un pueblo, una nación, Reinaga parte del sujeto indio, un término propiamente colonial. ¿Qué es el “sujeto indio”? Es una especie de Robinson Crusoe, pero que se llama indio y que éste, en lugar de ser racional, es alguien que sufre. La noción de sujeto hace que Reinaga ignore la relación social y económica de los Ayllus. A Reinaga no le interesa el Ayllu. No le interesa la relación, sino el “sujeto”. El “indio” de Reinaga es alguien que tiene una existencia aislada y es sobre éste que el autor de la Revolución India arma toda una estructura discursiva para poder representar una totalidad imaginada, la “nación india”.

Si Reinaga representa una totalidad a partir del “sujeto indio”, éste no es como dice García Linera, una episteme que hubiera roto una manera de pensar. Más bien, es la continuación de la tradición colonial que consiste en aislar y considerar sólo como individuos o sujetos a los Aymara-Quechua, para mantenerlos en la indiferencia y sin identidad.

Podemos preguntar a Reinaga y también a los reinaguistas: ¿existe una nación india? Nuestra respuesta es: No. ¿Existe una nación indígena? Tampoco. ¿Entonces sobre qué se habla? Sólo es un discurso. Una noción vacía. Sin embargo, en estos tiempos, se explota con fuerza este imaginario, incluso es el soporte ideológico del “indigenismo”, a pesar de que Reinaga diferenciaba el indianismo y el indigenismo.

El indigenismo es la ideología del colonizador, del mismo modo que el indianismo es la reacción del colonizado para reproducir la colonialidad. Por eso, el indianismo, a pesar de su oposición al colonialismo, no es nada más que una reacción visceral, hormonal, de desesperación frente a Occidente para reproducir los imaginarios de sub-alternidad. ¿Entonces “el indio” es el nuevo hombre? ¿No es más bien el discurso negador de la identidad Aymara-Quechua?

Tanto marxistas como oligarcas se entienden sobre este término. Cada grupo oligárquico en su versión izquierda y derecha busca tener “sus indígenas”; ese término es común en el manejo político, social y de discriminación. Sin embargo, Reinaga trata de distinguirse de la oligarquía ¿cómo?

Le provoca ira (bronca) a Reinaga que Diez de Medina se llame, o que tenga como apodo: Pachakuti. No dice: “este hombre no es Pachakuti”. Sino que siente una usurpación de alguien de la oligarquía recurra al nombre de un Inca para ejercer dominación colonial. Podemos decir que Diez de Medina da fuerzas a Reinaga en su resentimiento y, por primera vez, ataca a los oligarcas y dice a estos que son “indígenas”. Según él, la oligarquía utiliza en beneficio propio el “indigenismo literario” de la época. Pero: ¿Cómo podría Diez de Medina ser Pachakuti?

En ese contexto, se exacerba el ego de Reinaga y reacciona diciendo: «Acá el único que existe es el indio»; «el indio trabaja, el indio es pongo, el indio es explotado, discriminado». Para construir el indianismo Reinaga hace analogía con el negro, con el judío, y el mujik ruso; más tarde sólo el negro será el referente. El negro sufre, el negro es un esclavo, de la misma manera que el “indio” sufre en la hacienda. Pero Reinaga encuentra aquí un límite en su pensamiento, se aleja y hasta se desvía, pues solamente habla de los “indios” y su relación con la hacienda. Para él, el indio es aquel que está en la hacienda. Entonces es un sujeto sin cuerpo, ni alma, solo imagen de sufrimiento.

¿Y dónde se desvía y se aleja? Se desvía porque no lee y no puede aprehender el mundo Aymara-Quechua. Recordemos que no todos los Aymara-Quechua están en la hacienda y existen Ayllus donde no penetró nunca el latifundio. La realidad de los Aymara-Quechua es estar en la hacienda y seguir reproduciendo las relaciones sociales en los Ayllus, sin latifundio, sin patrón.

Entonces el discurso de Reinaga, pierde de vista completamente las estructuras sociales y el imaginario de los Aymara-Quechua. Su reflexión parte del “indio”, es decir, de un imaginario construido por la colonización. Parte sobre algo vacío y sobre este pretexto corre y ataca a Occidente. Al correr sobre lo vacío se olvida completamente del imaginario del mundo Aymara-Quechua. No le interesa esto más que como “indio”, entonces se niega, es negado por el indianismo y negado por el término “indio”.

III.- La integración de lo “indio” por Occidente

La oposición radical a Occidente encuentra límites. Este resentimiento solo encuentra una salida, aquella de abandonar al “indio” y dar un estatus al “indianismo” de ser la filosofía de la humanidad. Esto le permite a Reinaga postularse en el Amauta. Pero: ¿qué es ser Amauta?

Para ser Amáutico Reinaga escribe Sócrates y yo, Europa la prostituta, donde primero ataca duramente a Occidente… pero rápidamente devela su verdadera aspiración, sólo quiere ser reconocido por Occidente como pensador. Entonces, Occidente le reconoce como el pensador “indio”, como el único en reproducir y amplificar el imaginario colonial sobre el “indio”.

Reinaga, sólo después de lograr el reconocimiento por Occidente como pensador, busca ser reconocido como “indio” por los Aymara-Quechua y también busca que estos se reconozcan como “indios”. Por eso Reinaga participa en congresos campesinos para convertirlos a todos en “indios”.

¿Quiénes son sus primeros interlocutores? Son antropólogos, etnólogos, etc. Ellos pintan y consideran el indio de Reinaga como el portavoz del mundo del “buen salvaje”. Y luego ven al “indio” como el sufrido y explotado víctima de la colonización. Para ese sufrido, se debe buscar al menos la “discriminación positiva” con el fin de mejorar su suerte.

Y cuando Occidente reconoce al escritor “indio” a través de las cartas, Reinaga respira un aire universal y por eso publica las cartas junto al texto Sócrates y Yo; entonces se siente filósofo, se siente feliz. Feliz y realizado en su megalomanía.

Seguro que voy a provocar con este texto a los indianistas. Pero ese es el recorrido de Reinaga. Y cuando lo reconocen los indianistas, se calla. Pero, dicen: “ahora todos pueden ser indios, no solamente el “indio” de Bolivia, sino también los gringos, los blancos y todos pueden ser indios”.

Decíamos que Reinaga parte sobre una pista falsa, el imaginario “indio”. Esto es importante para comprender el indianismo. Él parte sobre el término indio cargado de prejuicios, definido negativamente, un bautizo prejuicioso, negador, de negatividad.

Con el imaginario “indio” y hoy con el indígena, vemos un ataque ideológico para poder aniquilar y anonadar la identidad Aymara-Quechua. Y, en ese sentido, Reinaga es el exponente de un discurso colonialista porque corre sobre términos colonialistas y sobre la concepción colonialista de lo que es un colonizado.

Entonces, si hablamos de una filosofía indianista o si hablamos de una concepción de un pueblo indio, este pensamiento –llamémoslo así– no es nada más que un pensamiento de resentimiento que idealiza el mundo “indio”. Luego, busca el culpable de la desgracia del “indio”, para terminar hacer del indianismo la filosofía de la humanidad.

Reinaga se ha convertido en soporte ideológico de lo que hoy es el indigenismo. Antes, el indigenismo era manejado por la oligarquía como una corriente literaria, por eso algunos oligarcas en la época de Reinaga sutilmente se ponían apodos con nombres de incas o de Aymaras. Esta práctica ha sido más notorio en estos últimos tiempos, pero es la figura de lo indígena que está presente, por eso dicen algunos pequeño-burgueses: “yo también tengo origen indígena”.

Los indigenistas son aquellos que se ocupan de los colonizados, considerándolos como indígenas. Y, “lo indio”, también es ese elemento indiferenciado, que sirve para matar identidades. Por eso, Reinaga se ha convertido en el soporte del indigenismo. En tiempos del indigenismo, Evo Morales, García Linera y la figura de Franz Fanón que manifestaba: pieles negras mascaras blancas, ha sido sustituido en el cinismo izquierdista por: pieles blancas enmascarados de indígena. El régimen actual se sirve del reinaguismo para quitar la identidad Aymara-Quechua; por eso, la CPE reconocen sólo a indígenas. ¿Los Aymara-Quechua buscan reconocimiento? Pensamos que no, puesto que tienen su propia estrategia, la cual es asegurar la hegemonía política y económica en Los Andes.

La oligárquica de izquierda y derecha acepta que hablen “como indígenas”, pero jamás aceptarán como Aymara-Quechuas. Por eso todos los oligarcas se ponen de acuerdo para decirnos que tomos somos aquí “híbridos y mestizos”. A tal punto que, para esa mentalidad, cuando un Aymara se instala en Santa Cruz deja de ser Aymara. En ese sentido, no porque el Aymara se vaya a Santa Cruz es hibrido, sino que sigue siendo Aymara. No porque el quechua se vaya a Yacuiba o al norte de Argentina, desaparece su identidad. Por eso, jamás escucharan a un Aymara-quechua decir: “yo soy híbrido”.

Los Aymara-Quechuas se caracterizan de ser parte de una sociedad abierta, por donde vamos y recorremos englobamos con nuestra cultura. Por eso el Aymara-Quechua aprende chino o habla mandarín y aprende sin que haya cátedra o cursos de chino en las universidades. Aprende ingles más antes que los lingüistas de las universidades, quienes todavía enseñan aymara o ingles en español. Viaja por el mundo y allí reproduce su cultura. Están en la China, en la Argentina, en Hong Kong, en Corea, en Brasil, en Chile. Tienen la capacidad de ocupar territorios sin estrategias políticas ni geopolíticas definidas del Estado republicano-plurinacional. El Aymara-Quechua, sin reclamar ser indio o indígena, ocupa y se apropia del norte chileno. Entonces ¿dónde está el indio? No hay indio.

Pero la existencia de obras completas sobre el indianismo, me parece loable para conocer la reproducción de imaginarios y discursos coloniales en los espacios colonizados. Si alguien ha escrito es fabuloso. Pero debemos recordar a Kant quién decía que: «La razón es loca, por tanto puede especular y alejarse de la realidad».

Fuente: Aula libre

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El indianismo: un instrumento ideológico del indigenismo
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