Por: Pablo Velásquez
Los acontecimientos polÃticos recientes tienen y tendrán consecuencias en nuestra sociedad. Pero asà como hay temas trascendentes, existen otros más particulares, ahà se encuentra el katarismo. Tema que es de interés para los indianistas-kataristas, sobre todo, porque nosotros creamos esa aleación, sin embargo, el katarismo ha muerto.
Muchas ideas y postulados sobreviven al autor, pero algunos mueren con ellos, y este es el caso. Los dos sujetos más visibles: Jenaro Flores y VÃctor Hugo Cárdenas.
En agosto de 2019 se anunciaba la muerte de Jenaro Flores, lÃder histórico del sindicalismo campesino de Bolivia, que junto a otro dirigente reconocido, VÃctor Hugo Cárdenas, enarbolaron el katarismo. Una experiencia de lucha histórica reconocida por muchos autores, como Silvia Rivera, Javier Hurtado y Xavier Albó. Todos ellos reivindican el papel fundamental del katarismo para romper el pacto militar campesino y el reconocimiento por la COB, hasta su liderazgo temporal, en el tiempo de la dictadura. No hay duda, es un capÃtulo importante de la historia del indio. Pero corresponde preguntar: ¿qué ha quedado de ese katarismo?
Tras diferencias, Flores y Cárdenas se desvincularon, uno asumió el MRTK-L, y el otro el FULKA. Cárdenas llegó a la Vicepresidencia del Bolivia y Flores llegó a la silla de ruedas, para nunca más volver a la polÃtica activa. Pero ambos que vivieron el katarismo, y ambos le dieron muerte.
Jenaro Flores, que fue la máxima representación del campesinado, con mérito o sin él, no ha trascendido. Quizá porque su origen polÃtico no fue tan original. Inicialmente parte del bloque del pacto militar campesino, se pasó al lado katarista por influencia de aquellos sà fueron los demiurgos de esa ideologÃa, como Raymundo Tambo, quién además provenÃa del indianismo. De esto se deduce dos crudas verdades: los kataristas no crearon el katarismo y el katarismo fue una versión potable del indianismo, y quizá más, una creación para contrarrestar al indianismo. Conociendo esto, puede evidenciarse las razones de la falta de reproducción ideológica del katarismo. No solo por las personas, sino también por los documentos, el famoso manifiesto de Tiwanaku no fue hecho por los kataristas, sino por algún miembro de la iglesia católica. Ahà surgió una relación de permanente apoyo entre sus ONGs y el katarismo.
No obstante, Flores quedó casi quedó en el olvido, autoexiliado del mundo, y por tanto de la polÃtica hasta su muerte. Su cÃrculo no representaba una nueva ola, sino viejos amigos de su mejor época. Flores nunca hizo una escuela de formación, ni se conoce algún grupo que enarbole sus ideales. Cómo podrÃa hacerlo si sus ideales no eran “propios”, cómo podrÃa surgir un grupo sino hay ideologÃa que trascienda, sino solo una “historia”. Flores ha muerto, y con él, el katarismo campesinista.
En cambio, Cárdenas fue más hábil, hombre con distinto proceder. Como buen representante del “entrismo katarista”, buscó siempre alianzas, hasta encontrar una que diera frutos reales. En 1993 llegó a la Vicepresidencia de Bolivia, con acceso al poder, pero sin capacidad de asumirlo. Su apuesta, aunque con consecuencias negativas posteriores, hizo algunos aportes importantes tales como la descentralización del Estado y el reconocimiento plural en la reforma constitucional. Pero por lo demás fue sencillamente una apuesta negativa, su subordinación al “neoliberalismo”, mermó mucho de su representación inicial, ya nunca más fue representante del campesinado; y sus alianzas posteriores, se basaban en su época individual de gloria, la vicepresidencia. Totalmente desvinculado del katarismo, emprendió camino por el pragmatismo polÃtico, sin renovación ideologÃa ni norte polÃtico, más que el poder ocasional. Pero lo que mató su vida katarista propiamente, fueron sus últimos desaciertos, asumiendo un cargo con el gobierno de facto del 2019. Se sobreentiende porque no logró reproducir su ideologÃa, ya la habÃa abandonado hace tiempo, pero también como fiel delfÃn de las ONGs, la emancipación tampoco es un camino posible. Su katarismo, probablemente se reduce al recuerdo y su cÃrculo familiar, sin mencionar, interesados y rastreros seguidores ocasionales. En este caso, el katarismo ha sido muerto por su propio “creador”.
De igual manera, los defensores del katarismo campesinista, van desapareciendo sin posibilidad de encontrar eco. J. Hurtado falleció en 2012, sin mayor aspaviento, X. Albó se retiró por completo por su estado de salud, y S. Rivera, quizá por el peso de los años, apoyó el golpe de Estado en Bolivia el 2019, perdiendo toda conexión con lo popular e indio.
Con todo esto podemos afirmar: el katarismo ha muerto.
Aquà no se trata de desmerecer a nadie, sino ver la talla de los hombres en su verdadera dimensión. Ellos serán recordados por la historia que labraron, pero difÃcilmente alguien seguirá sus ideales, si es que los hubo.
Alguien dijo alguna vez: el indianismo es la ideologÃa, el katarismo es el movimiento. Del movimiento ya no queda nada, pero aún queda la ideologÃa.
El Alto, 19 de octubre de 2020
Fuente: Pablo Velasquez Mamani
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