La festividad, llamada "Willka Kuti" (retorno del Sol) o Machaq Mara (Año Nuevo), nació en la década de 1980 cuando jóvenes de un movimiento indio aymara quisieron restaurar en la memoria de su pueblo rituales supuestamente milenarios dedicados cada 21 de junio al solsticio de invierno en el hemisferio austral, en correspondencia con un nuevo ciclo agrícola.
El nacimiento de la fiesta ha sido contado varias veces por uno de sus protagonistas, el estudioso, profesor universitario e impulsor de la cultura del mundo aymara, el exdiputado Germán Choquehuanca, a quien sus seguidores llaman "el Inka".
La conmemoración se hizo popular y en 2005, el entonces presidente Carlos Mesa promulgó una ley para declarar al Año Nuevo Aymara como Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia, y en 2009 el Gobierno de Evo Morales decretó que cada 21 de junio sea festivo nacional y después le cambió el nombre a Año Nuevo Andino, Amazónico y del Chaco porque la celebración alcanzó a más de 230 lugares del país considerados sagrados.
Por su simbolismo, la fiesta ahora es replicada en algunas regiones de Chile, Argentina y Perú y los bolivianos la reproducen incluso en Europa, aunque el centro arqueológico de Tiwanaku, a 71 kilómetros de La Paz, concentra las principales ceremonias por su importancia para el mundo indígena andino.
¿De dónde resultan los 5.528 años?
La supuesta antigüedad de 5.528 años centra la mayor controversia entre los indigenistas del Gobierno de Morales con los arqueólogos, antropólogos e historiadores e incluso con miembros del movimiento aymara, que originalmente ideó la fiesta del Año Nuevo Andino, que han cuestionado el desarrollo comercial de la festividad y su uso político partidario.
La explicación de quienes conmemoran la fiesta es que los 5.000 años redondos resultan de sumar cinco ciclos de 1.000 años cada uno con los 528 años que transcurren desde 1492, cuando los españoles llegaron al nuevo continente hasta 2020.
El presidente de la Sociedad de Arqueología de La Paz, Carlos Lemuz, dijo a France 24 que el supuesto calendario con 5.000 años es "completamente arbitrario" y "un invento que no tiene relación con los estudios y las dataciones radiocarbónicas" en la zona andina.
Los primeros asentamientos agrícolas en ese territorio son de 1.500 años antes de Cristo y el desarrollo en Tiwanaku se dio en el 400 de nuestra era, detalló el arqueólogo boliviano.
A su juicio, la celebración del Año Nuevo Andino tiene tanto eco porque hay una reivindicación cultural respetable de poblaciones indigenistas aimaras y quechuas, pero con "una visión ideológica del pasado" que lleva a la gente "a confundir la creencia y la política con hechos arqueológicos".
Al contrario, el viceministro de Descolonización del ministerio de Culturas, el aimara Cancio Mamani, rechazó esos cuestionamientos y dijo que los investigadores y "sabios" de esa cultura ven los "5.000 años como una cifra baja y reduccionista".
"Ellos dicen que los pueblos indígenas originarios somos los de siempre. Somos eternos, en otras palabras, no tenemos comienzo, ni fin. Esa es nuestra filosofía", dijo Mamani a France 24.
El viceministro recordó que Germán Choquehuanca, el creador de la fiesta en la década de los 80, incluso postula que esos supuestos cinco ciclos anteriores a 1492 no representan cinco milenios, sino 160.000 años en coincidencia con supuestas teorías que hablan sobre un origen de la humanidad vinculado a la zona andina.
Las ruinas de Tiwanaku en peligro
La mayor preocupación de la celebración es el peligro de que el impresionante patrimonio lítico de Tiwanaku sufra daños con la presencia de al menos 10.000 personas como ha ocurrido en años anteriores cuando los visitantes incluso bailaron ebrios sobre algunas áreas de las antiguas ruinas sin que puedan ser controlados.
"Si estas creencias e ideología se manifestaran en lugares donde se respeta el patrimonio sería fantástico, pero no es así (…) Es una celebración que hace mucho daño al centro arqueológico porque no hay capacidad de manejar a tanta gente", advirtió Lemuz.
El Ministerio de Culturas ha anunciado que no permitirá el acceso de visitantes a las zonas más sensibles de Tiwanaku, ni mucho menos de personas que hayan consumido alcohol. Además, ha dispuesto que 250 militares y 300 policías cuiden el patrimonio del lugar para evitar cualquier daño.
Desde el año 2000, Tiwanaku tiene el rango de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y recibe cada año miles de visitas, aunque no cuenta con el presupuesto suficiente para el mantenimiento de sus monumentos emblemáticos.
Fuente: france24.com
El nacimiento de la fiesta ha sido contado varias veces por uno de sus protagonistas, el estudioso, profesor universitario e impulsor de la cultura del mundo aymara, el exdiputado Germán Choquehuanca, a quien sus seguidores llaman "el Inka".
La conmemoración se hizo popular y en 2005, el entonces presidente Carlos Mesa promulgó una ley para declarar al Año Nuevo Aymara como Patrimonio Intangible, Histórico y Cultural de Bolivia, y en 2009 el Gobierno de Evo Morales decretó que cada 21 de junio sea festivo nacional y después le cambió el nombre a Año Nuevo Andino, Amazónico y del Chaco porque la celebración alcanzó a más de 230 lugares del país considerados sagrados.
Por su simbolismo, la fiesta ahora es replicada en algunas regiones de Chile, Argentina y Perú y los bolivianos la reproducen incluso en Europa, aunque el centro arqueológico de Tiwanaku, a 71 kilómetros de La Paz, concentra las principales ceremonias por su importancia para el mundo indígena andino.
¿De dónde resultan los 5.528 años?
La supuesta antigüedad de 5.528 años centra la mayor controversia entre los indigenistas del Gobierno de Morales con los arqueólogos, antropólogos e historiadores e incluso con miembros del movimiento aymara, que originalmente ideó la fiesta del Año Nuevo Andino, que han cuestionado el desarrollo comercial de la festividad y su uso político partidario.
La explicación de quienes conmemoran la fiesta es que los 5.000 años redondos resultan de sumar cinco ciclos de 1.000 años cada uno con los 528 años que transcurren desde 1492, cuando los españoles llegaron al nuevo continente hasta 2020.
El presidente de la Sociedad de Arqueología de La Paz, Carlos Lemuz, dijo a France 24 que el supuesto calendario con 5.000 años es "completamente arbitrario" y "un invento que no tiene relación con los estudios y las dataciones radiocarbónicas" en la zona andina.
Los primeros asentamientos agrícolas en ese territorio son de 1.500 años antes de Cristo y el desarrollo en Tiwanaku se dio en el 400 de nuestra era, detalló el arqueólogo boliviano.
A su juicio, la celebración del Año Nuevo Andino tiene tanto eco porque hay una reivindicación cultural respetable de poblaciones indigenistas aimaras y quechuas, pero con "una visión ideológica del pasado" que lleva a la gente "a confundir la creencia y la política con hechos arqueológicos".
Al contrario, el viceministro de Descolonización del ministerio de Culturas, el aimara Cancio Mamani, rechazó esos cuestionamientos y dijo que los investigadores y "sabios" de esa cultura ven los "5.000 años como una cifra baja y reduccionista".
"Ellos dicen que los pueblos indígenas originarios somos los de siempre. Somos eternos, en otras palabras, no tenemos comienzo, ni fin. Esa es nuestra filosofía", dijo Mamani a France 24.
El viceministro recordó que Germán Choquehuanca, el creador de la fiesta en la década de los 80, incluso postula que esos supuestos cinco ciclos anteriores a 1492 no representan cinco milenios, sino 160.000 años en coincidencia con supuestas teorías que hablan sobre un origen de la humanidad vinculado a la zona andina.
Las ruinas de Tiwanaku en peligro
La mayor preocupación de la celebración es el peligro de que el impresionante patrimonio lítico de Tiwanaku sufra daños con la presencia de al menos 10.000 personas como ha ocurrido en años anteriores cuando los visitantes incluso bailaron ebrios sobre algunas áreas de las antiguas ruinas sin que puedan ser controlados.
"Si estas creencias e ideología se manifestaran en lugares donde se respeta el patrimonio sería fantástico, pero no es así (…) Es una celebración que hace mucho daño al centro arqueológico porque no hay capacidad de manejar a tanta gente", advirtió Lemuz.
El Ministerio de Culturas ha anunciado que no permitirá el acceso de visitantes a las zonas más sensibles de Tiwanaku, ni mucho menos de personas que hayan consumido alcohol. Además, ha dispuesto que 250 militares y 300 policías cuiden el patrimonio del lugar para evitar cualquier daño.
Desde el año 2000, Tiwanaku tiene el rango de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y recibe cada año miles de visitas, aunque no cuenta con el presupuesto suficiente para el mantenimiento de sus monumentos emblemáticos.
Fuente: france24.com
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