por Fernando Untoja
Capitulo I.- El Estado desde la visión Katarista Introducción.
La interpretación del proceso de formación del Estado, permite comprender el carácter de este; y seguir el movimiento de ideas desvela los imaginarios y el escamoteo de la presencia real de la Nación Aymara-Quechua . Entonces estamos ante una realidad histórica y una realidad de la ideología. En ese juego nuestra obligación es hacer surgir una otra interpretación y otra mirada desde el escenario de los Aymara-Quechua, que de ahora en adelante llamaremos la identidad kolla.
El proceso de la formación social y política sólo puede ser comprendido si se analiza el carácter del Estado en Bolivia; no haremos todo el recorrido y revisión de la historia, sino sólo daremos algunas pautas para apoyar nuestra afirmación y nuestro argumento.
Es necesario algunas consideraciones sobre la manera como se presenta la presencia del Estado en Bolivia, hasta ahora las interpretaciones vienen desde la óptica institucional feudal-colonial. Desde la constitución misma del Estado, los kolla nos encontramos frente a una aplastante producción de discurso e imaginarios que provienen de los pensadores del poder. Quiero remarcar que este texto lleva explícitamente, la lectura y la interpretación de alguien que hace parte y dice algo desde su posición.
Nuestra tesis principal es: existe un “Estado importado”, exógeno a una realidad, marcado por el carácter colonial, sus instituciones funcionan con una lógica feudal y arrastra problemas no resueltos desde 1825. Desde los años 90 algunos al constatar el no funcionamiento de la economía y del Estado, recién y tibiamente señalan que existen problemas irresueltos, pero nadie explica que problemas y por qué este desfase permanente en el funcionamiento. Ahora bien ¿Cuál es el problema en cuestión?
A.- Un recorrido necesario parar la interpretación
Bolivia como sociedad y país, no encuentra soluciones de largo alcance, no es novedad para muchos la repetitividad de los actos políticos, leyes, reformas, nuevos decoros, e imaginar que avanzamos con grandes transformaciones, es como si no mirásemos la topología circundante.
Queremos marcar algunos puntos de referencia para este pequeño trabajo, pues consideramos que son puntos a ser tomadas como hitos o faros en la historia, desde donde podamos apreciar todo el proceso socio-político del país. Cierto en 1825 se funda un Estado, pero sin Nación, los problemas no resueltos quedan suspendidas (colgadas) desde ese momento. El 1952 es el primer intento para relacionar o encontrar una correspondencia entre el Estado y la Nación; pero el proceso del 52, en lugar de articular busca construir la Nación desde el Estado; un proceso que continua hasta nuestros días.
Otro elemento importante en ese funcionamiento de la sociedad y el Estado es la formación de un escenario subterráneo de contestación (años 70), con el indianismo y Katarismo, pero para las viejas ideologías y las prácticas políticas patrimonialistas no interesa; la tradición política e ideológica gira en torno a la lucha entre derecha e izquierda; la posición Indianista y Katarista denuncia la ideología nacionalista del MNR y el nacionalismo militar.
Sin embargo para fines demagógicos cada grupo sea de izquierda o derecha formula poses colonialistas e indigenistas: “incluir a los campesinos al Estado”, bajo la concepción feudal de la política consideran a los indianista s y Kataristas como grupos políticos de campesinos, o ideologías arcaicas y cuanto más fuerte se hace la contestación tanto la derecha como la izquierda descargan los prejuicios coloniales indicando que son grupos racistas que quieren hacer el racismo a la inversa.
En el fondo lo que buscan es escamotear la identidad política kolla, desfigurar con un discurso progresista o marxista, para minimizar y ridiculizar las contestaciones de los kolla . Muchos que escribían en ese sentido, desde los años 2005 se convierten en indigenistas.
Sin hacer recuento de los puntos más críticos del proceso político republicano, es necesario sin embargo señalar los puntos de transformación y reactivación de los vectores y la metamorfosis de las fuerzas en el recorrido de casi 200 años. Sólo este detour historique puede ayudarnos a comprender el significado de la democracia, el indigenismo, indianismo, Katarismo y lo pluri-cultural.
Quien no entiende la relación Nación-Estado y el funcionamiento de la lógica estatal en Bolivia, no entenderá el carácter de la democracia, la Constituyente ni los objetivos de éstas y menos el Estado Plurinacional. El 1995 con la Participación Popular se plantea otro intento de acoplamiento entre el Estado y la Nación, se disemina la figura institucional en los últimos rincones del País, proceso que da inicio al poder local estatal. Entre 2002-2003 el Estado importado, enfrenta nuevos problemas; desde 2006 la sociedad boliviana se encuentra en la incertidumbre a pesar de la “constitución” del Estado Plurinacional.
La crisis actual que vive la sociedad boliviana es la prolongación del entrecruzamiento de una serie de factores históricos adversos y perversos. Para poder comprender la democracia en estos últimos treinta años, es necesario tomar en cuenta varios campos: político, económico, cultural-étnico; cada campo está marcado por un juego de fuerzas con contradicciones irreductibles
El gran problema para las ciencias sociales es saber el estatus de “unidad” de la sociedad. Se arrastró una serie de problemas no resueltos, contradicciones y sobre todo una institucionalidad mutilada de elementos más esenciales que necesita un Estado.
Esta debilidad institucional, (la falta de un referente), no pudo producir una visión estratégica de País, de Estado y de Sociedad. El Estado boliviano, en lugar de consolidarse entró en un proceso de desmoronamiento, abriendo un proceso social y político de conflicto latente. A lo largo de la historia de Bolivia se asiste a una acumulación de fuerzas internas en los campos económico, político y cultural y al mismo tiempo una fuerza externa envolvente conocido como globalización. Entre las fuerzas internas podemos identificar, la formación de grupos económicos en el mundo kolla, sobre todo mercaderes que apuntan a la acumulación mercantil, inmobiliaria en todo el país. Por otro lado está el sector empresarial que stagna ante el proceso de la mundialización del Capital y no logra un posicionamiento competitivo por falta de elementos como: innovación, creatividad, competitividad. Mientras que en el campo político vemos fuerzas tradicionales que buscan un reacomodo en las esferas del Estado (partidos, agrupaciones), la función de poder consideran como algo dado y la posición que ocupan como hereditario; esta forma de practicar la política es la regla en la sociedad boliviana; esta misma fijación de las cosas es cuestionada desde el campo ideológico, fundamentalmente por indianistas y Kataristas, crítica que desnuda las relaciones feudales en el ejercicio del poder. Esto provoca un remolino en las fuerzas de izquierda y derecha para recomponer el posicionamiento político e ideológico. La recomposición del poder recurre al indigenismo, una ideología colonial, que sirve para frenar y confundir las posiciones del Indianismo y Katarismo. No son las ideas dominantes, que van a ser las ideas de los dominantes, sino las ideas de la rebelión, de los dominados que van a ser instrumentos de manipulación. La recomposición del poder, cualquiera sea el nombre que se le dé, sigue siendo la reproducción de las formas de poder con mentalidad feudal.
El reacomodo de las fuerzas se opera rápidamente, frente a contestaciones que se forman en los diferentes ámbitos. Las posiciones ideológicas indianistas y Kataristas, facilitan el brote de nuevas fuerzas encapsuladas hasta entonces. La acumulación económica y la reinterpretación de valores nacionales hace que estas fuerzas pasen del mimetismo a un cuestionamiento y afrenta al orden social y político: desafía el orden establecido con simbolismos, fiestas, cantos, ritos. En la medida en que toma fuerza lo simbólico de las “fuerzas pasivas” ésta debilita la reproducción ideológica dominante, entonces provoca la pérdida de referentes y el cuestionamiento del principio de autoridad se hace la norma.
Este tipo de procesos es propio de sociedades colonizadas, que por diferentes razones no logra constituir un Estado propio. Por eso es importante, dejar establecido que en la historia existen Naciones sin Estado (Palestinos, kurdos, Aymara, Quechua, Guaraníes…), que si bien, esas naciones ocupan un territorio, tienen una lengua, cultura, espiritualidad y sentimiento de pertenencia a un conjunto, ellas no tienen Estado. También en la historia existen Estados sin Nación, como es el caso de algunos Estados del llamado “tercer mundo” creados artificialmente a partir de antiguas fronteras coloniales. De este caso releva la situación del Estado Boliviano, un Estado sin Nación, formado sobre poderes y territorios coloniales. Este Estado sin Nación durante casi cerca de dos siglos busca construir una Nación pero fracasa en cada intento. Este carácter artificial del Estado Boliviano y su enfrentamiento con las Naciones ha llevado a la decadencia ideológica y la recomposición del poder y sus instituciones desde los años 2000.
El Estado Boliviano sin Nación mantiene el proceso colonial, interioriza una serie de relaciones de dominación como ser: económicas, religiosas, políticas y escamotea toda forma de afirmación de identidad nacional. Ante el fracaso y la descomposición ideológica del Estado sin Nación, se plantea para el siglo 21, la re-fundación del Estado, esta vez, dicen a partir de las naciones. ¿Se alcanzó este reto? pensamos que no. La construcción de un Estado para el siglo XXI a nuestro juicio será protagonizada por la hegemonía o la dominancia kolla en el país.
Capitulo I.- El Estado desde la visión Katarista Introducción.
La interpretación del proceso de formación del Estado, permite comprender el carácter de este; y seguir el movimiento de ideas desvela los imaginarios y el escamoteo de la presencia real de la Nación Aymara-Quechua . Entonces estamos ante una realidad histórica y una realidad de la ideología. En ese juego nuestra obligación es hacer surgir una otra interpretación y otra mirada desde el escenario de los Aymara-Quechua, que de ahora en adelante llamaremos la identidad kolla.
El proceso de la formación social y política sólo puede ser comprendido si se analiza el carácter del Estado en Bolivia; no haremos todo el recorrido y revisión de la historia, sino sólo daremos algunas pautas para apoyar nuestra afirmación y nuestro argumento.
Es necesario algunas consideraciones sobre la manera como se presenta la presencia del Estado en Bolivia, hasta ahora las interpretaciones vienen desde la óptica institucional feudal-colonial. Desde la constitución misma del Estado, los kolla nos encontramos frente a una aplastante producción de discurso e imaginarios que provienen de los pensadores del poder. Quiero remarcar que este texto lleva explícitamente, la lectura y la interpretación de alguien que hace parte y dice algo desde su posición.
Nuestra tesis principal es: existe un “Estado importado”, exógeno a una realidad, marcado por el carácter colonial, sus instituciones funcionan con una lógica feudal y arrastra problemas no resueltos desde 1825. Desde los años 90 algunos al constatar el no funcionamiento de la economía y del Estado, recién y tibiamente señalan que existen problemas irresueltos, pero nadie explica que problemas y por qué este desfase permanente en el funcionamiento. Ahora bien ¿Cuál es el problema en cuestión?
A.- Un recorrido necesario parar la interpretación
Bolivia como sociedad y país, no encuentra soluciones de largo alcance, no es novedad para muchos la repetitividad de los actos políticos, leyes, reformas, nuevos decoros, e imaginar que avanzamos con grandes transformaciones, es como si no mirásemos la topología circundante.
Queremos marcar algunos puntos de referencia para este pequeño trabajo, pues consideramos que son puntos a ser tomadas como hitos o faros en la historia, desde donde podamos apreciar todo el proceso socio-político del país. Cierto en 1825 se funda un Estado, pero sin Nación, los problemas no resueltos quedan suspendidas (colgadas) desde ese momento. El 1952 es el primer intento para relacionar o encontrar una correspondencia entre el Estado y la Nación; pero el proceso del 52, en lugar de articular busca construir la Nación desde el Estado; un proceso que continua hasta nuestros días.
Otro elemento importante en ese funcionamiento de la sociedad y el Estado es la formación de un escenario subterráneo de contestación (años 70), con el indianismo y Katarismo, pero para las viejas ideologías y las prácticas políticas patrimonialistas no interesa; la tradición política e ideológica gira en torno a la lucha entre derecha e izquierda; la posición Indianista y Katarista denuncia la ideología nacionalista del MNR y el nacionalismo militar.
Sin embargo para fines demagógicos cada grupo sea de izquierda o derecha formula poses colonialistas e indigenistas: “incluir a los campesinos al Estado”, bajo la concepción feudal de la política consideran a los indianista s y Kataristas como grupos políticos de campesinos, o ideologías arcaicas y cuanto más fuerte se hace la contestación tanto la derecha como la izquierda descargan los prejuicios coloniales indicando que son grupos racistas que quieren hacer el racismo a la inversa.
En el fondo lo que buscan es escamotear la identidad política kolla, desfigurar con un discurso progresista o marxista, para minimizar y ridiculizar las contestaciones de los kolla . Muchos que escribían en ese sentido, desde los años 2005 se convierten en indigenistas.
Sin hacer recuento de los puntos más críticos del proceso político republicano, es necesario sin embargo señalar los puntos de transformación y reactivación de los vectores y la metamorfosis de las fuerzas en el recorrido de casi 200 años. Sólo este detour historique puede ayudarnos a comprender el significado de la democracia, el indigenismo, indianismo, Katarismo y lo pluri-cultural.
Quien no entiende la relación Nación-Estado y el funcionamiento de la lógica estatal en Bolivia, no entenderá el carácter de la democracia, la Constituyente ni los objetivos de éstas y menos el Estado Plurinacional. El 1995 con la Participación Popular se plantea otro intento de acoplamiento entre el Estado y la Nación, se disemina la figura institucional en los últimos rincones del País, proceso que da inicio al poder local estatal. Entre 2002-2003 el Estado importado, enfrenta nuevos problemas; desde 2006 la sociedad boliviana se encuentra en la incertidumbre a pesar de la “constitución” del Estado Plurinacional.
La crisis actual que vive la sociedad boliviana es la prolongación del entrecruzamiento de una serie de factores históricos adversos y perversos. Para poder comprender la democracia en estos últimos treinta años, es necesario tomar en cuenta varios campos: político, económico, cultural-étnico; cada campo está marcado por un juego de fuerzas con contradicciones irreductibles
El gran problema para las ciencias sociales es saber el estatus de “unidad” de la sociedad. Se arrastró una serie de problemas no resueltos, contradicciones y sobre todo una institucionalidad mutilada de elementos más esenciales que necesita un Estado.
Esta debilidad institucional, (la falta de un referente), no pudo producir una visión estratégica de País, de Estado y de Sociedad. El Estado boliviano, en lugar de consolidarse entró en un proceso de desmoronamiento, abriendo un proceso social y político de conflicto latente. A lo largo de la historia de Bolivia se asiste a una acumulación de fuerzas internas en los campos económico, político y cultural y al mismo tiempo una fuerza externa envolvente conocido como globalización. Entre las fuerzas internas podemos identificar, la formación de grupos económicos en el mundo kolla, sobre todo mercaderes que apuntan a la acumulación mercantil, inmobiliaria en todo el país. Por otro lado está el sector empresarial que stagna ante el proceso de la mundialización del Capital y no logra un posicionamiento competitivo por falta de elementos como: innovación, creatividad, competitividad. Mientras que en el campo político vemos fuerzas tradicionales que buscan un reacomodo en las esferas del Estado (partidos, agrupaciones), la función de poder consideran como algo dado y la posición que ocupan como hereditario; esta forma de practicar la política es la regla en la sociedad boliviana; esta misma fijación de las cosas es cuestionada desde el campo ideológico, fundamentalmente por indianistas y Kataristas, crítica que desnuda las relaciones feudales en el ejercicio del poder. Esto provoca un remolino en las fuerzas de izquierda y derecha para recomponer el posicionamiento político e ideológico. La recomposición del poder recurre al indigenismo, una ideología colonial, que sirve para frenar y confundir las posiciones del Indianismo y Katarismo. No son las ideas dominantes, que van a ser las ideas de los dominantes, sino las ideas de la rebelión, de los dominados que van a ser instrumentos de manipulación. La recomposición del poder, cualquiera sea el nombre que se le dé, sigue siendo la reproducción de las formas de poder con mentalidad feudal.
El reacomodo de las fuerzas se opera rápidamente, frente a contestaciones que se forman en los diferentes ámbitos. Las posiciones ideológicas indianistas y Kataristas, facilitan el brote de nuevas fuerzas encapsuladas hasta entonces. La acumulación económica y la reinterpretación de valores nacionales hace que estas fuerzas pasen del mimetismo a un cuestionamiento y afrenta al orden social y político: desafía el orden establecido con simbolismos, fiestas, cantos, ritos. En la medida en que toma fuerza lo simbólico de las “fuerzas pasivas” ésta debilita la reproducción ideológica dominante, entonces provoca la pérdida de referentes y el cuestionamiento del principio de autoridad se hace la norma.
Este tipo de procesos es propio de sociedades colonizadas, que por diferentes razones no logra constituir un Estado propio. Por eso es importante, dejar establecido que en la historia existen Naciones sin Estado (Palestinos, kurdos, Aymara, Quechua, Guaraníes…), que si bien, esas naciones ocupan un territorio, tienen una lengua, cultura, espiritualidad y sentimiento de pertenencia a un conjunto, ellas no tienen Estado. También en la historia existen Estados sin Nación, como es el caso de algunos Estados del llamado “tercer mundo” creados artificialmente a partir de antiguas fronteras coloniales. De este caso releva la situación del Estado Boliviano, un Estado sin Nación, formado sobre poderes y territorios coloniales. Este Estado sin Nación durante casi cerca de dos siglos busca construir una Nación pero fracasa en cada intento. Este carácter artificial del Estado Boliviano y su enfrentamiento con las Naciones ha llevado a la decadencia ideológica y la recomposición del poder y sus instituciones desde los años 2000.
El Estado Boliviano sin Nación mantiene el proceso colonial, interioriza una serie de relaciones de dominación como ser: económicas, religiosas, políticas y escamotea toda forma de afirmación de identidad nacional. Ante el fracaso y la descomposición ideológica del Estado sin Nación, se plantea para el siglo 21, la re-fundación del Estado, esta vez, dicen a partir de las naciones. ¿Se alcanzó este reto? pensamos que no. La construcción de un Estado para el siglo XXI a nuestro juicio será protagonizada por la hegemonía o la dominancia kolla en el país.
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