por Fernando Untoja.
Introducción
Para empezar con una reflexión sobre el pensamiento aymara, primero debemos dejar establecido lo siguiente: hasta ahora existen varios ensayos y libros sobre la “filosofÃa andina”, al mismo tiempo existen muchas dificultades para hablar de ella. Por otra parte es conocido, repetido y reafirmado por los que tienen gremio de filósofos que la filosofÃa es griega; desde esta perspectiva la “filosofÃa andina” estarÃa fuera de toda reflexión filosófica.
En ese contexto el mundo de la filosofÃa se inicia con los presocráticos, la historia de la filosofÃa es la medida de las cosas, no toma en cuenta los pensamientos de las otras culturas si bien en el tiempo éstas han existido paralelos al mundo pre-socrático; pero para el eurocentrismo los “otros” no tienen filosofÃa, por tanto están fuera del “mundo Griego”. ¿Bajo esa figura la “filosofÃa andina” serÃa presocrático o post socrático?
Más aún, la cosa se hace difÃcil en la medida en que nosotros somos considerados como los “otros de Occidente”, (Nebenzahl Michel; L’occident et ses autres) por tanto habitamos la zona de contacto cultural entre “Occidente y sus Otros”; a tal punto que “no sabemos que somos”; esta zona ha sido marcada durante muchos siglos por la proyección de concepciones del mundo elaboradas en Occidente.
A veces se maneja el término Occidente con mucha facilidad; ya sea para imitar o para condenar. Se habla de filosofÃa occidental como si esta fuese única o la filosofÃa; pero Occidente es una diversidad y al mismo tiempo es una construcción imaginaria y unitaria. También se presenta a Occidente como la civilización, la modernidad, la ciencia, la filosofÃa y finalmente como el referente de una humanidad realizada.
Pero por otro lado después de la guerra civil europea de los cuarenta, Occidente es visto y presentado por sus propios pensadores como un tejido de exclusiones: excluidos los locos, las mujeres, el salvaje, el drogadicto, el negro, el comunista, el fascista, etc. Desde ese momento la anti-psiquiatrÃa, el feminismo, las nuevas pedagogÃas y minorÃas han comenzado aquà y allá a hacer escuchar sus voces.
La civilización Occidental desde su interioridad con pensadores heterodoxos y desde diferentes campos busca cuestionarse y reorientarse. Pero pensamos que lograr ese propósito es difÃcil si no comienza reflexionando sin mala conciencia la relación con el otro. Además en estos tiempos el pensamiento se encuentra en un mundo donde el “Choque de civilizaciones” (Cf; Hugtington Choque de civilizaciones), presenta un escenario donde el mundo Occidental y el Musulmán se encuentran envueltos en la violencia, otra vez se impone relación del “Nosotros y los otros” desde ambas visiones.
Y los que somos productos de la relación de Occidente y sus “otros” estamos dedicados a cultivarnos con/en los sistemas filosóficos Occidentales. ¿Cómo encontrar en esa zona de contacto al menos la génesis de una racionalidad y que ésta sea propia a las culturas aymara -quechua? No la racionalidad del colonizado sino de ese “otro” que se reclama como el nosotros.
Entonces para filosofar o hacer filosofÃa desde lo Andino uno ve grandes dificultades; primero estamos siempre tentados de proyectar la figura y la visión de Occidente. Además el espacio Andino contemporáneo es también un tejido de exclusiones. Las sociedades producto de la zona de contacto reproducen una serie de relaciones y un mundo imaginario producido por el colonizador impone las relaciones dicotómicas: “nosotros los blancos”, los “otros los indios”; en su versión más moderna reaparecen: “nosotros los mestizos”, los “otros los indÃgenas”, dicotomÃa que conserva la vieja relación de t’aras y k’aras. Todo esto no hace más que mostrar la reproducción de los imaginarios coloniales: relaciones de exclusión e inclusión.
Por otra parte lo Andino es un espacio geográfico donde habitan varias culturas unas más abiertas, expansivas que otras; todas ellas reproducen un conjunto de relaciones de exclusión, también existen relaciones de exclusión que toman figuras “más amables”; asà con el carácter del Estado importado estas relaciones rebrotan de dominación se convierten en: “pueblos indÃgenas” u “originarios” e “indios”. ¿Si partimos de esa envoltura colonial reproducida en los propios centros académicos, lo más seguro es que nunca sabremos quiénes somos?
En el espacio llamado Andino, existen varias culturas; algunas tienen la capacidad de reproducir su cultura y otras se encuentran en un proceso de descomposición. ¿Entonces cómo hacer filosofÃa de los que ya no habitan, ni existen? ¿Cómo filosofar junto a los que están en proceso de desaparición? ¿Cómo reflexionar un pensamiento a partir de un discurso colonial que pretende expresar lo real?
En el esfuerzo de los que escriben textos sobre “cosmovisión andina” o “filosofÃa andina” encontramos algo de común: buscan sacar un pensamiento desde la heterogeneidad cultural viviente y no viviente; o sea desde la unidad en la diversidad luego proponer un filosofar para decirnos que la filosofÃa es la “reivindicación de un pensamiento colonizado”(Cf. J. Estermanm revista Kollasuyu); lo que harÃa pensar que antes de la colonización no se pensaba ni existÃa racionalidad alguna; recordemos que el pensamiento colonizado es el pensamiento de “sus otros” de Occidente, entonces serÃa un pensamiento “reactivo” (Cf. F. Nietzsche); ¿Entonces cómo hacer que un discurso de filosofÃa sobre un cierto orden de las cosas, tome distancia de la concepción del mundo Occidental?
Unos hacen filosofÃa y “rearman la filosofÃa andina”, para esto retoman ritos ancestrales, re-animan montañas y recurren a sÃmbolos, llegando a veces a compartir alguna vivencia con los “originarios”. Sobre un conjunto heterogéneo de cosas, envuelven con elementos éticos de armonÃa, reciprocidad, complementariedad, para terminar que la “cosmovisión andina no es como la Occidental” (Jorge L. Miranda; Revista kollasuyu); otros tratando de racionalizar lo que “no es racional”, buscan caracterizar y presentan un pensamiento con la figura “de lo relacional” negando el estatus del sujeto, siempre manteniendo el carácter ético de esta “filosofÃa andina” (J. Estermanm).
A partir de ahÃ, las fuentes para la “filosofÃa andina” serian: el “texto” de “tapiz coloreado, tejido por los restos arqueológicos y los ornamentos, las costumbres y los ritos, pero sobre todo por el "mundo de ideas" todavÃa vivo en las mentes y en los corazones de la propia población andina”. Otro problema que se plantea es la posición endógena y exógena de aquel que quiere poner en sistema la “filosofÃa andina”, además el filtro que sirve como instrumento es una de las concepciones del mundo elaborado por el pensamiento Occidental. ¿Miramos el mundo aymara y andino con ojos hegelianos, sartrianos, estructuralistas y hasta marxistas? ¿Hasta dónde soy un observador que perturba y es perturbado con los andes? Algunos hacen filosofÃa desde una posición tercermundista para oponerse a Occidente y reivindicando el “pensamiento” del colonizado (E. Dussel).
Y algunos en la desesperación escapan levantando la voz y pronuncian que la “filosofÃa andina” debÃa ser recién creada (E. Murillo Revista Kolla-suyu). Aparentemente la intención es buena, pero iniciados y formados en los grandes sistemas filosóficos occidentales ¿cómo podrÃan cambiar de visión para hacer esa nueva experiencia y creación? ¿Es posible despojarse de todo el registro acumulado en nuestras universidades? Además, circula una divisa en la enseñanza de los sistemas filosóficos que dice: “no hay filosofÃa en los andes”; consideramos una negación sin ningún trabajo de reflexión y menos demostración. Pero esta negación no sólo es en filosofÃa; también los economistas en la ciencia de la economÃa polÃtica se dedican a repetir que “no habÃa dinero ni mercado en los andes”; entonces ¿cómo convencer de la existencia de una filosofÃa andina, del dinero y un mercado a hombres que viven encapsulados en moldes ideológicos?
Estas figuras del discurso sobre la “filosofÃa andina” nos llevan a consideraciones e interrogantes como: ¿qué podrÃa ser la filosofÃa para nosotros? En lugar de afirmar o negar la existencia de la filosofÃa andina nosotros trataremos de seguir los diferentes pasos de la construcción del orden de las cosas y el discurso sobre éste en el mundo aymara. Se constata y podemos afirmar que existe un orden social aymara en la historia (organización territorial, ecológica, relaciones de trabajo, fiesta o ritos...); es lógico pensar que una cierta racionalidad se mueve detrás de los hechos sociales e históricos, racionalidad construida en el proceso de la hominización. La historia y el ordenamiento del espacio, de lugares, muestran un orden racional que sorprende a muchos antropólogos extranjeros. Si existe un orden espacial, territorial, entonces existe en la mente de los aymara una concepción del Espacio y del Tiempo; un primer elemento que nos invita a pensar la racionalidad mental y social.
Es muy conocido en el discurso dominante la idea que las culturas no occidentales habrÃan funcionado o vivido sin racionalidad. Por eso estas culturas se las deja al trabajo de los antropólogos, quienes al ocuparse de la vida de esos “salvajes”, observan desde dos grandes enfoques; cada uno busca la aprehensión de ese mundo desconocido: asà para la antropologÃa ortodoxa, “los salvajes” vivÃan en un caos sin ninguna institución, ni lógica; sólo algunos pensadores heterodoxos en esa disciplina tratan de imaginar “la visión del mundo” a través de mitos y prácticas culturales, relaciones elementales de parentesco…etc.
Nosotros trataremos de ubicar algo que pueda ayudar a comprender el proceso de hominización y la racionalidad que resulta de este. Cierto, partimos del supuesto que la cultura es el sello de una racionalidad. Esta debe ser representada en su recorrido y mostrar la figura que adquiere esa racionalidad en la conducta individual y colectiva. A esto consideramos la hominización, que en lengua aymara es jaqisiña, jaqiña, jaqichasiña.
Ahora bien ¿por qué centrarnos en los Kolla-Aymara y no tomar las culturas anteriores que han dejado huellas arqueológicas muy importantes en la región llamada los Andes?, a esta interrogante pensamos haber justificado la respuesta, sin embargo es necesario dejar establecido que la cultura aymara es la única que muestra una capacidad de producción y reproducción cultural; esta se expresa en la expansión de las relaciones económicas, culturales y muestra la fuerza para imponer sus propias reglas de juego. Además el mundo aymara como reproducción cultural es la única que tiene un carácter abierto y expansivo en la contemporaneidad. Es también la única en reproducir su cultura, englobar y asimilar a las otras en el proceso de expansión.
Entonces para abordar el pensamiento aymara es legÃtimo ubicar el problema que está en juego en nuestra reflexión. ¿Cómo replantear la cuestión de la “filosofÃa”? ¿Qué tipo de saber produce a diferencia de la ciencia? ¿Para qué sirve la filosofÃa? De la manera cómo replanteemos la filosofÃa, ésta podrÃa llevarnos al proceso de hominización y la constitución del orden de las cosas en el mundo aymara.
La filosofÃa se preocupa de lo real, de lo verdaderamente real; es ésta la que caracteriza la filosofÃa a diferencia de las diversas disciplinas y prácticas (ciencias) que se esfuerzan cada una a su manera de alcanzar lo real y construir una relación propia a lo real. Para la filosofÃa no es directamente lo real que es objeto de reflexión, sino nuestra relación con lo real, la diversidad de esas formas y sus fundamentos.
Es el humano que establece relaciones con lo real y es ésta relación la preocupación de la filosofÃa. Ella, en esta relación y con esta relación se ocupa del orden que se establece: llamado el cosmos. En el cosmos se piensa, se reflexiona todo ese conjunto de elementos y los resultados de la relación entre estos. El cosmos es un conjunto de elementos, es el puente y con éste se representa el orden de la relación Naturaleza-Humano. Es en el conjunto de relaciones que se establecen: la pareja de relaciones, relaciones de ser, relaciones del haber y las relaciones referenciales.
El problema mayor es saber cómo se funda la relación. Para algunas corrientes filosóficas existen elementos dados; para otras ya existe la relación dada. Para nosotros lo que está en juego es la relación fundacional, comprender el cosmos como cosmovisión, mejor visión del mundo Del caos al cosmos, ese parece ser el trayecto de toda cultura humana, el caos es un mundo donde reina el furor, nada se crea, pero también sólo del caos nace algo y éste por medio de la separación; mientras haya caos no hay filosofÃa, también podemos decir por qué hay caos hay filosofÃa; pero ésta sólo es posible en la medida en que se produce una relación. ¿Entonces cómo se constituye la relación?, Podemos avanzar la idea del primer gesto: la separación. Esta es la ruptura necesaria que permite imaginar el cosmos o el orden de las cosas.
En aymara, pach'jta es la primera noción que nos permite comprender la formación del orden o del cosmos. La pach'jta es separación en el caos y por la fuerza del caos. Sin la separación nada es posible diferenciar, la separación permite la instauración de rivales, pero simultáneamente la rivalidad lleva al caos. ¿Entonces la pregunta es cómo se constituye un orden en el cual los rivales se conservan?
Pach'jta, nos hace referencia que algo separa el caos en dos, sólo a partir de esta relación es posible el juego de la lucha de rivales; todavÃa en el caos, pero es posible pensar (amuytaña) y representar la relación. Está en juego el movimiento tiempo-destructor y la fijación, la definición del dominio en el que pacha puede ser aprehendido y pensado. De ahà viene pach’ama, dos fuerzas, fuerzas que nos permiten pensar el desdoblamiento de pacha en tiempo y espacio.
Del caos a la relación nos permite pensar Taqpacha o la totalidad; aprehender la totalidad sólo es posible gracias a la separación; es entre los separados que surgen preguntas. Kuna-pacha (doble sentido: Cuando y Que). También thakhipacha señala la necesidad de un camino, de un sentido a seguir (método) la vÃa del tanteo kawkipacha (selección, identificación y también donde): pacha deviene para marcar lo asombroso, kuna-pacha-sa, ¿qué será?
Introducción
Para empezar con una reflexión sobre el pensamiento aymara, primero debemos dejar establecido lo siguiente: hasta ahora existen varios ensayos y libros sobre la “filosofÃa andina”, al mismo tiempo existen muchas dificultades para hablar de ella. Por otra parte es conocido, repetido y reafirmado por los que tienen gremio de filósofos que la filosofÃa es griega; desde esta perspectiva la “filosofÃa andina” estarÃa fuera de toda reflexión filosófica.
En ese contexto el mundo de la filosofÃa se inicia con los presocráticos, la historia de la filosofÃa es la medida de las cosas, no toma en cuenta los pensamientos de las otras culturas si bien en el tiempo éstas han existido paralelos al mundo pre-socrático; pero para el eurocentrismo los “otros” no tienen filosofÃa, por tanto están fuera del “mundo Griego”. ¿Bajo esa figura la “filosofÃa andina” serÃa presocrático o post socrático?
Más aún, la cosa se hace difÃcil en la medida en que nosotros somos considerados como los “otros de Occidente”, (Nebenzahl Michel; L’occident et ses autres) por tanto habitamos la zona de contacto cultural entre “Occidente y sus Otros”; a tal punto que “no sabemos que somos”; esta zona ha sido marcada durante muchos siglos por la proyección de concepciones del mundo elaboradas en Occidente.
A veces se maneja el término Occidente con mucha facilidad; ya sea para imitar o para condenar. Se habla de filosofÃa occidental como si esta fuese única o la filosofÃa; pero Occidente es una diversidad y al mismo tiempo es una construcción imaginaria y unitaria. También se presenta a Occidente como la civilización, la modernidad, la ciencia, la filosofÃa y finalmente como el referente de una humanidad realizada.
Pero por otro lado después de la guerra civil europea de los cuarenta, Occidente es visto y presentado por sus propios pensadores como un tejido de exclusiones: excluidos los locos, las mujeres, el salvaje, el drogadicto, el negro, el comunista, el fascista, etc. Desde ese momento la anti-psiquiatrÃa, el feminismo, las nuevas pedagogÃas y minorÃas han comenzado aquà y allá a hacer escuchar sus voces.
La civilización Occidental desde su interioridad con pensadores heterodoxos y desde diferentes campos busca cuestionarse y reorientarse. Pero pensamos que lograr ese propósito es difÃcil si no comienza reflexionando sin mala conciencia la relación con el otro. Además en estos tiempos el pensamiento se encuentra en un mundo donde el “Choque de civilizaciones” (Cf; Hugtington Choque de civilizaciones), presenta un escenario donde el mundo Occidental y el Musulmán se encuentran envueltos en la violencia, otra vez se impone relación del “Nosotros y los otros” desde ambas visiones.
Y los que somos productos de la relación de Occidente y sus “otros” estamos dedicados a cultivarnos con/en los sistemas filosóficos Occidentales. ¿Cómo encontrar en esa zona de contacto al menos la génesis de una racionalidad y que ésta sea propia a las culturas aymara -quechua? No la racionalidad del colonizado sino de ese “otro” que se reclama como el nosotros.
Entonces para filosofar o hacer filosofÃa desde lo Andino uno ve grandes dificultades; primero estamos siempre tentados de proyectar la figura y la visión de Occidente. Además el espacio Andino contemporáneo es también un tejido de exclusiones. Las sociedades producto de la zona de contacto reproducen una serie de relaciones y un mundo imaginario producido por el colonizador impone las relaciones dicotómicas: “nosotros los blancos”, los “otros los indios”; en su versión más moderna reaparecen: “nosotros los mestizos”, los “otros los indÃgenas”, dicotomÃa que conserva la vieja relación de t’aras y k’aras. Todo esto no hace más que mostrar la reproducción de los imaginarios coloniales: relaciones de exclusión e inclusión.
Por otra parte lo Andino es un espacio geográfico donde habitan varias culturas unas más abiertas, expansivas que otras; todas ellas reproducen un conjunto de relaciones de exclusión, también existen relaciones de exclusión que toman figuras “más amables”; asà con el carácter del Estado importado estas relaciones rebrotan de dominación se convierten en: “pueblos indÃgenas” u “originarios” e “indios”. ¿Si partimos de esa envoltura colonial reproducida en los propios centros académicos, lo más seguro es que nunca sabremos quiénes somos?
En el espacio llamado Andino, existen varias culturas; algunas tienen la capacidad de reproducir su cultura y otras se encuentran en un proceso de descomposición. ¿Entonces cómo hacer filosofÃa de los que ya no habitan, ni existen? ¿Cómo filosofar junto a los que están en proceso de desaparición? ¿Cómo reflexionar un pensamiento a partir de un discurso colonial que pretende expresar lo real?
En el esfuerzo de los que escriben textos sobre “cosmovisión andina” o “filosofÃa andina” encontramos algo de común: buscan sacar un pensamiento desde la heterogeneidad cultural viviente y no viviente; o sea desde la unidad en la diversidad luego proponer un filosofar para decirnos que la filosofÃa es la “reivindicación de un pensamiento colonizado”(Cf. J. Estermanm revista Kollasuyu); lo que harÃa pensar que antes de la colonización no se pensaba ni existÃa racionalidad alguna; recordemos que el pensamiento colonizado es el pensamiento de “sus otros” de Occidente, entonces serÃa un pensamiento “reactivo” (Cf. F. Nietzsche); ¿Entonces cómo hacer que un discurso de filosofÃa sobre un cierto orden de las cosas, tome distancia de la concepción del mundo Occidental?
Unos hacen filosofÃa y “rearman la filosofÃa andina”, para esto retoman ritos ancestrales, re-animan montañas y recurren a sÃmbolos, llegando a veces a compartir alguna vivencia con los “originarios”. Sobre un conjunto heterogéneo de cosas, envuelven con elementos éticos de armonÃa, reciprocidad, complementariedad, para terminar que la “cosmovisión andina no es como la Occidental” (Jorge L. Miranda; Revista kollasuyu); otros tratando de racionalizar lo que “no es racional”, buscan caracterizar y presentan un pensamiento con la figura “de lo relacional” negando el estatus del sujeto, siempre manteniendo el carácter ético de esta “filosofÃa andina” (J. Estermanm).
A partir de ahÃ, las fuentes para la “filosofÃa andina” serian: el “texto” de “tapiz coloreado, tejido por los restos arqueológicos y los ornamentos, las costumbres y los ritos, pero sobre todo por el "mundo de ideas" todavÃa vivo en las mentes y en los corazones de la propia población andina”. Otro problema que se plantea es la posición endógena y exógena de aquel que quiere poner en sistema la “filosofÃa andina”, además el filtro que sirve como instrumento es una de las concepciones del mundo elaborado por el pensamiento Occidental. ¿Miramos el mundo aymara y andino con ojos hegelianos, sartrianos, estructuralistas y hasta marxistas? ¿Hasta dónde soy un observador que perturba y es perturbado con los andes? Algunos hacen filosofÃa desde una posición tercermundista para oponerse a Occidente y reivindicando el “pensamiento” del colonizado (E. Dussel).
Y algunos en la desesperación escapan levantando la voz y pronuncian que la “filosofÃa andina” debÃa ser recién creada (E. Murillo Revista Kolla-suyu). Aparentemente la intención es buena, pero iniciados y formados en los grandes sistemas filosóficos occidentales ¿cómo podrÃan cambiar de visión para hacer esa nueva experiencia y creación? ¿Es posible despojarse de todo el registro acumulado en nuestras universidades? Además, circula una divisa en la enseñanza de los sistemas filosóficos que dice: “no hay filosofÃa en los andes”; consideramos una negación sin ningún trabajo de reflexión y menos demostración. Pero esta negación no sólo es en filosofÃa; también los economistas en la ciencia de la economÃa polÃtica se dedican a repetir que “no habÃa dinero ni mercado en los andes”; entonces ¿cómo convencer de la existencia de una filosofÃa andina, del dinero y un mercado a hombres que viven encapsulados en moldes ideológicos?
Estas figuras del discurso sobre la “filosofÃa andina” nos llevan a consideraciones e interrogantes como: ¿qué podrÃa ser la filosofÃa para nosotros? En lugar de afirmar o negar la existencia de la filosofÃa andina nosotros trataremos de seguir los diferentes pasos de la construcción del orden de las cosas y el discurso sobre éste en el mundo aymara. Se constata y podemos afirmar que existe un orden social aymara en la historia (organización territorial, ecológica, relaciones de trabajo, fiesta o ritos...); es lógico pensar que una cierta racionalidad se mueve detrás de los hechos sociales e históricos, racionalidad construida en el proceso de la hominización. La historia y el ordenamiento del espacio, de lugares, muestran un orden racional que sorprende a muchos antropólogos extranjeros. Si existe un orden espacial, territorial, entonces existe en la mente de los aymara una concepción del Espacio y del Tiempo; un primer elemento que nos invita a pensar la racionalidad mental y social.
Es muy conocido en el discurso dominante la idea que las culturas no occidentales habrÃan funcionado o vivido sin racionalidad. Por eso estas culturas se las deja al trabajo de los antropólogos, quienes al ocuparse de la vida de esos “salvajes”, observan desde dos grandes enfoques; cada uno busca la aprehensión de ese mundo desconocido: asà para la antropologÃa ortodoxa, “los salvajes” vivÃan en un caos sin ninguna institución, ni lógica; sólo algunos pensadores heterodoxos en esa disciplina tratan de imaginar “la visión del mundo” a través de mitos y prácticas culturales, relaciones elementales de parentesco…etc.
Nosotros trataremos de ubicar algo que pueda ayudar a comprender el proceso de hominización y la racionalidad que resulta de este. Cierto, partimos del supuesto que la cultura es el sello de una racionalidad. Esta debe ser representada en su recorrido y mostrar la figura que adquiere esa racionalidad en la conducta individual y colectiva. A esto consideramos la hominización, que en lengua aymara es jaqisiña, jaqiña, jaqichasiña.
Ahora bien ¿por qué centrarnos en los Kolla-Aymara y no tomar las culturas anteriores que han dejado huellas arqueológicas muy importantes en la región llamada los Andes?, a esta interrogante pensamos haber justificado la respuesta, sin embargo es necesario dejar establecido que la cultura aymara es la única que muestra una capacidad de producción y reproducción cultural; esta se expresa en la expansión de las relaciones económicas, culturales y muestra la fuerza para imponer sus propias reglas de juego. Además el mundo aymara como reproducción cultural es la única que tiene un carácter abierto y expansivo en la contemporaneidad. Es también la única en reproducir su cultura, englobar y asimilar a las otras en el proceso de expansión.
Entonces para abordar el pensamiento aymara es legÃtimo ubicar el problema que está en juego en nuestra reflexión. ¿Cómo replantear la cuestión de la “filosofÃa”? ¿Qué tipo de saber produce a diferencia de la ciencia? ¿Para qué sirve la filosofÃa? De la manera cómo replanteemos la filosofÃa, ésta podrÃa llevarnos al proceso de hominización y la constitución del orden de las cosas en el mundo aymara.
La filosofÃa se preocupa de lo real, de lo verdaderamente real; es ésta la que caracteriza la filosofÃa a diferencia de las diversas disciplinas y prácticas (ciencias) que se esfuerzan cada una a su manera de alcanzar lo real y construir una relación propia a lo real. Para la filosofÃa no es directamente lo real que es objeto de reflexión, sino nuestra relación con lo real, la diversidad de esas formas y sus fundamentos.
Es el humano que establece relaciones con lo real y es ésta relación la preocupación de la filosofÃa. Ella, en esta relación y con esta relación se ocupa del orden que se establece: llamado el cosmos. En el cosmos se piensa, se reflexiona todo ese conjunto de elementos y los resultados de la relación entre estos. El cosmos es un conjunto de elementos, es el puente y con éste se representa el orden de la relación Naturaleza-Humano. Es en el conjunto de relaciones que se establecen: la pareja de relaciones, relaciones de ser, relaciones del haber y las relaciones referenciales.
El problema mayor es saber cómo se funda la relación. Para algunas corrientes filosóficas existen elementos dados; para otras ya existe la relación dada. Para nosotros lo que está en juego es la relación fundacional, comprender el cosmos como cosmovisión, mejor visión del mundo Del caos al cosmos, ese parece ser el trayecto de toda cultura humana, el caos es un mundo donde reina el furor, nada se crea, pero también sólo del caos nace algo y éste por medio de la separación; mientras haya caos no hay filosofÃa, también podemos decir por qué hay caos hay filosofÃa; pero ésta sólo es posible en la medida en que se produce una relación. ¿Entonces cómo se constituye la relación?, Podemos avanzar la idea del primer gesto: la separación. Esta es la ruptura necesaria que permite imaginar el cosmos o el orden de las cosas.
En aymara, pach'jta es la primera noción que nos permite comprender la formación del orden o del cosmos. La pach'jta es separación en el caos y por la fuerza del caos. Sin la separación nada es posible diferenciar, la separación permite la instauración de rivales, pero simultáneamente la rivalidad lleva al caos. ¿Entonces la pregunta es cómo se constituye un orden en el cual los rivales se conservan?
Pach'jta, nos hace referencia que algo separa el caos en dos, sólo a partir de esta relación es posible el juego de la lucha de rivales; todavÃa en el caos, pero es posible pensar (amuytaña) y representar la relación. Está en juego el movimiento tiempo-destructor y la fijación, la definición del dominio en el que pacha puede ser aprehendido y pensado. De ahà viene pach’ama, dos fuerzas, fuerzas que nos permiten pensar el desdoblamiento de pacha en tiempo y espacio.
Del caos a la relación nos permite pensar Taqpacha o la totalidad; aprehender la totalidad sólo es posible gracias a la separación; es entre los separados que surgen preguntas. Kuna-pacha (doble sentido: Cuando y Que). También thakhipacha señala la necesidad de un camino, de un sentido a seguir (método) la vÃa del tanteo kawkipacha (selección, identificación y también donde): pacha deviene para marcar lo asombroso, kuna-pacha-sa, ¿qué será?
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