
El indigenismo es una corriente ideológica desarrollada en el siglo XX ( su auge esta entre 1920-1970) y que en América sus principales exponentes están en México, Perú y Bolivia. El movimiento indigenista no es la manifestación de un pensamiento indÃgena, sino una ideologÃa propia de la intelectualidad, una reflexión española, criolla y mestiza sobre el indio que propugna por la construcción nacional con la “integración” de las enormes masas indÃgenas a la custodia del Estado burgués. Y que después fue a llamarse el modelo endogeno.
El indigenismo como movimiento intelectual intenta valorizar al extremo la “cultura indÃgena” , pero al mismo tiempo ignora e intenta negar a los indÃgenas existentes. Es decir intentaba darle a la nación el mito de un indÃgena lejano, pero no hacÃa nada por cambiar las condiciones socioeconómicas de los indÃgenas, naciones originarias, pobres y marginados.
AsÃ, si bien el estudio de la literatura indigenista ha sido ampliamente desarrollado por distintos autores, no ha sido el caso de la pintura o las artes plásticas, la música, el canto o la danza.Entre los que cabe mencionar los siguientes:
en los años 20 del siglo XX, en su célebre Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), el ensayista e intelectual peruano, José Carlos Mariátegui planteó que el indigenismo propiamente tal supone un movimiento de reivindicación y un abierto compromiso con las luchas contra la explotación social, polÃtica, económica y cultural de las que son objeto los indÃgenas de las diferentes regiones americanas.
Escritores los que asumen esta posición son personajes conocidos y que incluso son Ãconos de la historia y cultura dominantes. Raza de bronce (1916) del boliviano Alcides Arguedas y pedagogÃa nacional de Franz Tamayo (,por citar algunos nombres, ambos funcionarios estatales y terratenientes), En todas las escuelas y colegios es obligatoria la lectura de la descripción que hace Arguedas de la “raza de bronce” o de la “pedagogÃa” que Tamayo dice se debe usar para que los indios dejen de ser salvajes y alcohólicos, y sean como él: mestizos. Y también Cuentos Andinos (1920) del peruano Enrique López Albujar, Huasipungo (1931) del ecuatoriano Jorge Icaza, y, El mundo es ancho y ajeno (1941) del también peruano, Ciro AlegrÃa.
El indigenismo y han tenido una vasta influencia en las literaturas y las artes, como por ejemplo en el cine del boliviano Jorge Sanjinés, cuyo film Ukamau (1966) está hecho en quechua y aymará. En el muralismo mexicano se puede apreciar una importante presencia del elemento indigenista, en particular en las obras de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.
Otra manifestación importante la constituye toda la tradición de la música andina, desarrollada tanto por criollos –en paÃses como Perú, Bolivia, Ecuador y Chile--como por los propios indÃgenas. Al respecto recordemos que el estudioso boliviano Jesús Lara incluye al huayno o wayñu -representación tanto musical como danzada- como uno de los géneros de poesÃa quechua, junto con el jaylli, el taki y el harawi: diversas expresiones de carácter milenario que se caracterizan, en todos los casos, por presentarse en forma musicalizada o de canción.
Si a principios del siglo veinte José Carlos Mariátegui abogaba por el verdadero protagonismo de los creadores indÃgenas en el mundo de las letras –una literatura indÃgena--, es evidente que la producción poética y narrativa de autores provenientes de las comunidades indÃgenas comienza a desarrollarse con mucha fuerza en las últimas décadas del siglo veinte; quizás, estimuladas particularmente por las reflexiones del Quinto Centenario del descubrimiento de América, en 1992, o “Del encuentro de dos mundos”, como eufemÃsticamente se le llamó a esta empresa conquistadora.
Al llegar 1952, los ‘indÃgenas’ gracias a la corriente indigenista, sólo consiguieron una Reforma Agraria, que favoreció a terratenientes, que les robó tierras y que los hizo más pobres; un ‘voto universal’ los condenó a ser una masa votante prebendalizada y una educación que los negó como seres sociales e históricos, que los convirtió en la imagen ‘folklórica’ del paÃs; y les muestra únicamente el ideal del mestizaje y de conquistar sus reivindicaciones, suplicando prerrogativas, según las leyes del Estado burgués.
Es probable aún que en los últimos 25 años nos encontremos frente a una situación muy diferente en algunos aspectos, pues, al menos, nuevos actores irrumpieron en la escena con mucha fuerza, como los grupos aymaras, principalmente de Bolivia, pero también del sur del Perú, los grupos mapuches del sur de Chile, los diversos grupos amazónicos de Brasil y Perú o los grupo mayas de Guatemala y del sur de México en “un lugar denominado Chiapas”, por mencionar algunos.
El indigenismo como movimiento intelectual intenta valorizar al extremo la “cultura indÃgena” , pero al mismo tiempo ignora e intenta negar a los indÃgenas existentes. Es decir intentaba darle a la nación el mito de un indÃgena lejano, pero no hacÃa nada por cambiar las condiciones socioeconómicas de los indÃgenas, naciones originarias, pobres y marginados.
AsÃ, si bien el estudio de la literatura indigenista ha sido ampliamente desarrollado por distintos autores, no ha sido el caso de la pintura o las artes plásticas, la música, el canto o la danza.Entre los que cabe mencionar los siguientes:
en los años 20 del siglo XX, en su célebre Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), el ensayista e intelectual peruano, José Carlos Mariátegui planteó que el indigenismo propiamente tal supone un movimiento de reivindicación y un abierto compromiso con las luchas contra la explotación social, polÃtica, económica y cultural de las que son objeto los indÃgenas de las diferentes regiones americanas.
Escritores los que asumen esta posición son personajes conocidos y que incluso son Ãconos de la historia y cultura dominantes. Raza de bronce (1916) del boliviano Alcides Arguedas y pedagogÃa nacional de Franz Tamayo (,por citar algunos nombres, ambos funcionarios estatales y terratenientes), En todas las escuelas y colegios es obligatoria la lectura de la descripción que hace Arguedas de la “raza de bronce” o de la “pedagogÃa” que Tamayo dice se debe usar para que los indios dejen de ser salvajes y alcohólicos, y sean como él: mestizos. Y también Cuentos Andinos (1920) del peruano Enrique López Albujar, Huasipungo (1931) del ecuatoriano Jorge Icaza, y, El mundo es ancho y ajeno (1941) del también peruano, Ciro AlegrÃa.
El indigenismo y han tenido una vasta influencia en las literaturas y las artes, como por ejemplo en el cine del boliviano Jorge Sanjinés, cuyo film Ukamau (1966) está hecho en quechua y aymará. En el muralismo mexicano se puede apreciar una importante presencia del elemento indigenista, en particular en las obras de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros.
Otra manifestación importante la constituye toda la tradición de la música andina, desarrollada tanto por criollos –en paÃses como Perú, Bolivia, Ecuador y Chile--como por los propios indÃgenas. Al respecto recordemos que el estudioso boliviano Jesús Lara incluye al huayno o wayñu -representación tanto musical como danzada- como uno de los géneros de poesÃa quechua, junto con el jaylli, el taki y el harawi: diversas expresiones de carácter milenario que se caracterizan, en todos los casos, por presentarse en forma musicalizada o de canción.
Si a principios del siglo veinte José Carlos Mariátegui abogaba por el verdadero protagonismo de los creadores indÃgenas en el mundo de las letras –una literatura indÃgena--, es evidente que la producción poética y narrativa de autores provenientes de las comunidades indÃgenas comienza a desarrollarse con mucha fuerza en las últimas décadas del siglo veinte; quizás, estimuladas particularmente por las reflexiones del Quinto Centenario del descubrimiento de América, en 1992, o “Del encuentro de dos mundos”, como eufemÃsticamente se le llamó a esta empresa conquistadora.
Al llegar 1952, los ‘indÃgenas’ gracias a la corriente indigenista, sólo consiguieron una Reforma Agraria, que favoreció a terratenientes, que les robó tierras y que los hizo más pobres; un ‘voto universal’ los condenó a ser una masa votante prebendalizada y una educación que los negó como seres sociales e históricos, que los convirtió en la imagen ‘folklórica’ del paÃs; y les muestra únicamente el ideal del mestizaje y de conquistar sus reivindicaciones, suplicando prerrogativas, según las leyes del Estado burgués.
Es probable aún que en los últimos 25 años nos encontremos frente a una situación muy diferente en algunos aspectos, pues, al menos, nuevos actores irrumpieron en la escena con mucha fuerza, como los grupos aymaras, principalmente de Bolivia, pero también del sur del Perú, los grupos mapuches del sur de Chile, los diversos grupos amazónicos de Brasil y Perú o los grupo mayas de Guatemala y del sur de México en “un lugar denominado Chiapas”, por mencionar algunos.
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